REMEMBRANZAS - Eva Ayllón

 

La otra noche al remover unas misivas,
que amoroso en mi archivo guardo yo,
entre pétalos marchitos hube hallado,
un retrato que es emblema de pasión.

Contemplarlo para mí fue el despertarse,
del recuerdo de esas horas que viví,
cuando todo era obsesiones, mil anhelos de ternura
y el recuerdo de un eterno frenesí.

Hoy comprendo que esas horas se acabaron,
que es inútil revestir las apariencias.
El afecto que dos almas se juraron,
toman rumbo del olvido, sin abrigo y sin amor.

No culpemos al destino, eso no es noble,
comprendamos que hay errores que son fieros.
Meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir: te quiero como nunca te querré.
Meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir: te quiero como nunca te querré.

Soñolienta juventud, recapacita.
La dulzura es la esperanza de vivir.
El amor es lo más grande y más sublime.
Es la fuerza que genera el existir.

Yo hube amado con anhelos muy sinceros,
Figurándome otro tanto para mí.
El amor ha sido caro, el error ha sido fiero.
Hoy deduzco el por qué no he de existir.

Hoy comprendo que esas horas se acabaron,
que es inútil revestir las apariencias.
El afecto que dos almas se juraron,
toman rumbo del olvido, sin abrigo y sin amor.

No culpemos al destino, eso no es noble,
comprendamos que hay errores que son fieros.
Meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir: te quiero como nunca te querré.
Meditemos al jurar nuestros afectos,
antes de decir: te quiero como nunca te querré.


Compositor: Pedro Espinel

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